Una de las dificultades de la fotografía reside en el hecho de que nuestra cámara no registra la realidad de la misma forma como la vemos con nuestros ojos. Cuando se trata de captar el cromatismo de una escena, también esa diferencia nos afecta. Aquí entra en el juego el tema de los reflejos de luz; hay muchos que nuestra visión no es capaz de percibir, en cambio el sensor de nuestro equipo sí los registra.
En la primera imagen se refleja una de esas imágenes que decepcionan por los apagados colores y las zonas quemadas que en nada recuerda a la escena tan maravillosa que nos sedujo a realizar la imagen.
En la segunda imagen se ve claramente como nuestro filtro “mágico” y su polarización han ayudado a mantener los colores vivos, no solamente en el cielo, sino también en la vegetación e incluso ha permitido mantener detalles en las zonas más claras como en el cielo y en las cascadas. Lo más llamativo es la zona del río; no solamente se han preservado los colores sino también se ve con mucha más claridad los detalles debajo del agua.
Aquí unos ejemplos más de su uso, en este caso con un encuadre con un ángulo de 90 grados con respecto al sol, donde su efecto suele ser más notable.
Sin filtro polarizador...
Con filtro polarizador.
Incluso con niebla su presencia es todavía notable…
También en la “hora azul” con la luz del “resplandor alpino”; desde aproximadamente unos 20-30 minutes antes del amanecer y hasta unos 20-30 minutos después del atardecer, recomiendo su uso.
Aconsejo su empleo con moderación o incluso hasta un mínimo en las siguientes situaciones:
I. Cuando hay un reflejo (en el agua) que nos interesa; una intensa polarización puede eliminarlo por completo.
En este caso sería una pena polarizar al máximo y eliminar así los reflejos tan buscados y convertir la charca en una masa uniforme azul.
II. En zonas de alta montaña, donde una excesiva polarización podría convertir un buscado tono natural azul en un cromatismo irreal.
Aquí ya se aprecia un poco el efecto de alta montaña con la tendencia de que el azul del cielo se convierte en un magenta-negro debido a una exagerada polarización.
II. Cuando realizamos fotos panorámicas o con un gran angular e incluimos el cielo, sobre todo en las horas cercanas al atardecer o amanecer. En estos casos al intensificar el azul del cielo se destacan los contrastes entre la zona situada a 90 grados del sol y el resto, de modo que pueda aparecer el cielo en dos tonalidades distintas, un fallo bastante complicado y laborioso de arreglar en el procesado de la imagen.
En esta imagen se muestra cómo responde el cielo en la parte izquierda superior a la presencia del filtro y como apenas se nota una diferencia en la parte derecha superior de la imagen, una polarización excesiva puede generar “un escalón” entre los dos extremos.
Quisiera además advertir por último que el filtro provoca una intensificación de la oscuridad en las sombras con una consiguiente pérdida de detalles y al polarizar al máximo, la exposición puede oscurecer hasta dos diafragmas.
Se puede obtener un filtro polarizador a partir de unos 25 euros (mientras más grande su diámetro, mayor su precio). El importe de los filtros de una calidad superior suele sobrepasar fácilmente la cantidad de los 100 euros. Los filtros baratos suelen tener una peor calidad de construcción y por ende es más probable que se estropean en el uso, aparte de que pueden producir ligeras alteraciones de color. Las de mayor calidad suelen ser más duraderos y ofrecer una mayor calidad óptica.
En cualquier caso, en mi opinión y experiencia es mejor disponer de un filtro económico en vez de no tener ninguno, es más fácil arreglar los leves defectos y efectos secundarios de un filtro barato que reparar los grandes defectos de su ausencia, sobre todo en situaciones con una luz pronunciada, algo muy frecuente en el Mediterráneo.
¡Que hagais buenas fotos, sin reflejos indeseados!